Es una pena que a pesar de los grandes avances
tecnológicos en cuanto a comunicación se refiere, continuemos con un retraso en
el entendimiento de la misma, se distorsionan las noticias con amarillismo con
el único propósito de vender, se realizan campañas publicitarias ofreciendo
basura engañando al consumidor y se da información manipulada de manera
rebuscada ocultando la verdad o diciendo verdades a medias.
Esta situación nos perjudica a todos, afectando
seriamente la salud y economía de los hogares de la sociedad en general.
Los niños son al fin de cuentas el producto de nuestra
educación, aprenden lo que ven, y son el resultado de nuestras acciones.
Si nos detenemos un minuto para analizar lo que les
estamos enseñando, caeremos en cuenta que los niños a diario ven y escuchan
sobre la guerra, el hambre, los secuestros, el fraude, los engaños, la basura y
contaminación, la violencia familiar, etc. ¿Será esto lo que ellos necesitan
durante su infancia? ¿Estaremos dándoles la adecuada educación?
Por otro lado, con el acelerado ritmo de vida que
llevamos y al que los hemos sometido, les estamos robando su infancia. Tienen
su agenda saturada entre compromisos, tareas, diferentes clases y actividades
extracurriculares, sometidos a un estrés cada vez mayor.
Sin dejar de mencionar los programas de televisión, los
videojuegos, los juguetes en general, así como del tipo de alimentación y los
hábitos alimenticios (“somos lo que comemos”), entre otras situaciones de la
vida diaria de un infante, que se convierten cada día en un peligro que en
aumento atentan contra la salud, alterando el crecimiento y el desarrollo
físico y psicosocial de ellos mismos. Los niños son cada vez menos niños,
lamentablemente les estamos robando su infancia.
Es necesario levantar la voz y exigir un cambio,
cambiar nuestra actitud y buscar un mejor lugar, que brinde adecuadas
condiciones de vida para los futuros representantes de la humanidad “los
niños”.
Quisiera tener la capacidad cognoscitiva y educativa
para poder solucionar todos estos problemas sociales que afectan a nuestros
niños, pero en realidad me siento muy limitado, razón por la que me limito a mi
área, buscando participar con mis artículos, proporcionando un apoyo en la
educación de los padres de familia que les permita obtener información básica e
indispensable para cuidar de la salud bucodental de sus hijos, así como de la
economía de su hogar.
Busco sembrar la semilla de la prevención, acción que
por desgracia tenemos olvidada y empolvada en un rincón, sabiendo que existe y
que ahí está, pero ignorándola y haciendo poco o nada al respecto.
Hablamos a diario de lo costoso y molesto que resulta
un determinado tratamiento, pero no hacemos nada para evitarlo, olvidamos que
la mejor medicina es la preventiva.
En mi práctica profesional, valoro todos los días niños
en deplorables condiciones de salud bucodental, situación generada por falta de
cuidados higiénicos, ausencia de una alimentación sana, malos hábitos
funcionales, en resumen, falta de educación. ¿Qué ocurre? ¿Por qué si mi hijo
ha nacido sano, con la edad su salud se compromete? ¿Por qué si los dientes
salen sanos, a la edad de dos o tres años la mayoría de los niños en México
tienen problemas en su boca? ¿Por qué debo esperar a que mi hijo este enfermo
para llevarlo a consulta? ¿Por qué es más fácil entender que un automóvil
requiere de mantenimiento continuo para su buen funcionamiento y es tan
complicado entender que nuestro cuerpo requiere de igual manera cuidados
especiales y chequeos periódicos, para poder mantener y preservar la salud?
La prevención es una importante rama de las ciencias de
la salud, que, en su nivel más bajo, busca la promoción a la salud. ¿Qué
significa esto? Significa Cuidarnos para no enfermarnos, cuidarnos para
preservar la salud y en caso de no saber cómo hacerlo, significa buscar el
consejo y la educación necesaria para cumplir con este objetivo.
La profesión odontológica desafortunadamente, es una
profesión desprestigiada gracias a la falta de prevención y educación en todos
los niveles.
La palabra dentista es sinónimo de miedo, dolor,
angustia, de tratamientos costosos y difíciles de realizar, etc.
Si prevenimos entenderemos que podemos cambiar las
consultas estresantes, tardadas y costosas, por citas placenteras, cortas y
sobre todo de menor costo, no solo emocional sino económico.
Con estas medidas podríamos quizás, cambiar
radicalmente la mala experiencia que nos deja la visita al consultorio dental.
Podríamos además dignificar a la profesión odontológica, brindándole el respeto
que ésta exige.
Es importante este cambio de actitud en todos los
profesionales de la salud, debemos hacer a un lado la mentalidad reparadora,
para adoptar una mentalidad preservadora. Por otro lado, es necesario seguir el
ejemplo que nos plantea el Dr. Luís Fernando Maciel (Guadalajara, Jal. México),
formando un equipo multidisciplinario, para tratar el síndrome de respiración
bucal. Adoptar esa propuesta y emplearla en todas las patologías a las que nos
enfrentamos día a día.
Es necesario un cambio de actitud para respetar a
nuestros pacientes y brindarles una atención integral como un todo, dejar de
verlos como un número o como un diente careado o como una enfermedad.
Más aún debemos tratar a nuestros pacientes de manera holística,
entendiendo que como cualquiera de nosotros, tiene necesidades y carencias, que
se presenta con temores y angustia, en conclusión que es una persona, un ser
humano que requiere respeto y tiene derecho a una atención integral honorable y
digna.
Como siempre mis escritos van encaminados a despertar
la atención de los padres de familia y profesionales de la salud, para que sean
nuestros mejores aliados en esta constante y difícil lucha en contra de la
falta de conocimiento que atenta contra la salud de nuestros hijos.
Recuerde que la salud empieza por la boca